
Slow Food y Real Food, dos hábitos para comer bien
Comer sano debe ser en todo momento una acción consciente, que incluya alimentarnos sin presiones, ni prisas, y comer alimentos nutritivos, de ser posible, sin procesar. Estas características son las que promueven los movimientos de Slow Food y Real Food, dos hábitos para comer bien que queremos explicarte en este artículo de nuestro blog de alimentación.
El Slow Food es una filosofía promovida desde Italia en los años ochentas, opuesta al “fast food” o comida rápida, y que se basa en la necesidad de frenar nuestro ritmo de vida acelerado, para dar a los momentos que dedicamos a nuestra alimentación, el espacio que merecen. De allí el término Slow Food, que significa comer lento.
Por otra parte, el movimiento del Real Food o Realfooding, se relaciona con recuperar el hábito de comer alimentos naturales sobre todo fruta y verduras por sus múltiples propiedades, y evitar los alimentos ultraprocesados, debido al exceso de azucares, sal y grasas poco saludables que contienen. En otras palabras, nos acerca a la necesidad de alimentarnos con “comida real”, natural y sin etiquetados, de allí el nombre de Real Food.

¿Por qué son importantes el Slow Food y el Real Food?
Tanto el Slow Food y Real Food, en realidad no han inventado, ni descubierto nada nuevo, simplemente promueven la re-valorización de prácticas de alimentación olvidadas. Ambos tienen en común que nos invitan a dedicar más tiempo para pensar nuestros hábitos de vida, concretamente, a retomar la práctica fundamental de una alimentación consciente.
Los principios de ambos movimientos se inspiran en costumbres y actitudes que nos han transmitido nuestras familias y que las personas solemos tener en consideración, aunque el estilo de vida moderno nos haya hecho subestimarlas.
Habrá quienes piensen que se trata de otra moda en la alimentación, de esas que solo funcionan si nos exprimen el bolsillo, sin embargo, su finalidad va más allá del nombre, pues son movimientos que nos permiten mejorar nuestra relación con la comida, sin más pretensión que nuestro bienestar.
En seguida profundizaremos en las particularidades de ambos movimientos para que podamos entender cómo nuestros hábitos de alimentación han ido cambiando, a veces de forma poco positiva para nuestra salud, pero también para el medio ambiente.

Diferencias entre el Slow Food y el Real Food
Slow food
Entre las ideas que promueve el movimiento del Slow Food está el comer sabiendo lo que estamos comiendo y su procedencia, comer con atención y paciencia para degustar y disfrutar de los alimentos:
- optar por productos naturales, no procesados de forma industrial, escogiendo género local y de temporada y sin envases de plástico;
- recurrir a las recetas locales para cocinar, lo que contribuye también al fortalecimiento de la propia cultura;
- defender una economía real, al margen de la especulativa, a través de la riqueza de la producción local y la dignificación de aquellos que la hacen posible en el día a día.

En sus treinta años, la filosofía del Slow Food se ha extendido al grado de conseguir el compromiso de muchos pueblos y ciudades con su filosofía. Estas comunidades, denominadas slow cities se han comprometido en aumentar la calidad de vida de sus habitantes, no sólo en lo relacionado con la alimentación, sino que se ha ampliado a otros ámbitos, como por ejemplo la restricción del tráfico, el desarrollo de infraestructuras respetuosas con el entorno, o la salvaguarda de las materias primas tradicionales y la producción tradicional.
Estos planteamientos nos invitan además, a pensar en una educación en torno a la alimentación y en la posibilidad real de poder elegir lo que comemos; en la toma de consciencia y responsabilidad; en aspirar a un mundo en el que todas las personas disfruten de una comida buena y saludable; en el respeto por quien produce los alimentos y por el medio ambiente; por último, en el correcto aprovechamiento de los recursos naturales, sin despilfarros y sin huella ecológica, como ocurre en el caso de los alimentos procesados.
Real Food
En cuanto al Real Food, éste se centra en consumir alimentos frescos y elegir alimentos “procesados saludables”, pero sobre todo, dedicar tiempo suficiente a nuestra alimentación, lo que implica pensar en la mejor preparación de los alimentos que ingerimos. Ésta última característica es un punto en común con el Slow Food.
Tal vez te preguntes ¿cómo podremos distinguir los alimentos procesados saludables, de los que no lo son? Según el Real Food, la comida real se define como aquellos alimentos que tienen menos de cinco ingredientes, aunque generalmente llevan uno, que es el propio alimento. Con base en esta idea se clasifican los alimentos en tres: la comida real, los “buenos” procesados (como los botes de legumbres) y los ultraprocesados (a evitar).

Los riesgos de los alimentos industrializados, van más allá de la pérdida parcial o total de sustancias nutritivas durante el procesamiento, sino que además deja una huella ecológica por la producción de envases de un sólo uso y plásticos contaminantes,
Hábitos del comer sano
Tal vez ahora entendemos mejor cómo el ritmo de vida estresante y acelerado y el comer sano, definitivamente, no pueden ir de la mano.
Como podemos darnos cuenta, la comida está conectada con todo, y tanto lo que comemos, y cómo lo comemos, tiene repercusiones globales, tanto a nivel individual, como a nivel ecológico y medioambiental.
Tenían que venir el Slow Food y el Real Food para recordarnos, que las personas merecemos un tiempo para ser conscientes de nuestros cuerpos, para sabernos a través de nuestras necesidades funcionales, como lo es la alimentación, y sin la cual, simplemente no podemos ser personas sanas, ni física, ni emocionalmente.
Nuestros recursos a tu disposición
En nuestra página web podrás encontrar además otros recursos importantes para poder conocer los beneficios que la alimentación consciente puede darte cuales:
- talleres y cursos en la sección calendario para participar de forma presencial.
- Cursos on line específicamente dedicados a la alimentación consciente, a la alimentación consciente y las defensas inmunológicas y a la gestión emocional que ayuda a no crear situaciones de estrés que nos debilitan.
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