
Sentir la saciedad es clave en la Alimentación Consciente
Favorecer la saciedad nos permite espaciar el tiempo de los alimentos y organizar nuestros momentos de comida, de lo contrario, estaríamos deseando comer todo el tiempo.
La saciedad pone freno al hambre física, por tanto, es la sensación de que ya hemos comido suficiente, dando paso al proceso de digestión y asimilación de los nutrientes que se encuentran en los alimentos que acabamos de ingerir.
Para hablar del proceso de saciedad es inevitable hablar del proceso del hambre, que se refiere a la señal que emite nuestro organismo cuando detecta un déficit de energía.
Aunque el hambre es la principal motivadora de la ingesta de alimentos, ya sabemos que intervienen variables fisiológicas, pero también psicológicas e incluso medio ambientales. Entre las variables fisiológicas podemos mencionar el factor sensorial, que determina nuestro primer contacto con la comida a través de los sentidos: vista, tacto, gusto, olfato.
De la misma manera, hay muchos factores que intervienen en el proceso de la saciedad y es importante conocer el rol que puede jugar cada uno, para poder mejorar nuestros hábitos de alimentación consciente.
La importancia de comer despacio
La saciedad es un proceso muy interesante, ya que la sensación de satisfacción después de comer puede tardar hasta media hora, por lo que se puede seguir comiendo, aunque el organismo no necesite más alimento.
Por ello, es recomendable comer despacio para darle al cuerpo la posibilidad de experimentar la saciedad sin llenarse demasiado con la consecuencia de comer más que lo necesario y no solo coger peso sino también probar una sensación de malestar.

Si comemos demasiado rápido, como ocurre con muchas personas, corremos el riesgo de comer más de lo que nuestro cuerpo necesita. El exceso de energía, como ya sabemos, se va acumulando en nuestro organismo en forma de grasa.
Pero cuando comemos con atención, dejando a un lado la angustia o preocupación, somos capaces de reconocer la saciedad y por lo tanto comemos menos, además de que el placer que nos produce la ingesta es mayor y más duradero.
El mecanismo de la saciedad

Vamos a ver qué pasa exactamente cuándo comemos. Después la ingesta de alimentos, pasados unos 20-30 minutos, existen varios mecanismos que hace que una persona se sienta satisfecha entre ellos se encuentran:
- El péptido YY. Este es un inhibidor de la ghrelina, lo que quiere decir que impide que esta hormona haga su trabajo, por lo que reduce el apetito. El péptido YY es generado por el tracto digestivo como respuesta a la ingesta, al igual que la hipoglucemia estimulaba la segregación de ghrelina. Esto ayuda a controlar el mecanismo de hambre y saciedad a corto plazo.
- La leptina, sin embargo, está pensada para actuar a medio y largo plazo. Esta hormona es segregada por los adipocitos, las células encargadas de acumular grasa, y en menor medida por el hipotálamo. Cuando la grasa en el cuerpo llega a cierto nivel, pasando el punto de equilibrio, se segrega una cantidad importante de leptina.
Reconectar con la saciedad es posible
Muchas personas pierden la capacidad de detectar la sensación de saciedad. Pero podemos reconectar con ella.
Llevar a cabo una alimentación consciente, o sea lograr identificar porque se está comiendo, saber por lo tanto diferenciar entre necesidad fisiología y carencia emocional es algo fundamental y que todas las personas pueden aprender.
Reconectar con la saciedad es posible. Los primeros bocados de comida generan más placer porque se está satisfaciendo una necesidad. A medida que esta carencia se compensa mediante la comida, disminuye ese placer. Focalizarse sobre estas sensaciones es una forma de reconectar con la saciedad para dejar de comer cuando ya no hace falta.
Otra forma es comer lentamente. De esta manera damos tiempo necesario para que nuestro cerebro reciba la orden de saciedad.
Alimentarse conscientemente significa establecer un equilibrio adecuado entre hambre y saciedad o sea entre los niveles de la leptina y de la grelina.

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