Miramos por la ventana al vecindario como nunca antes lo habíamos hecho, nos  asomamos en busca de una cara o de un saludo y a la vez nos preguntamos qué habrá detrás de esa cortina y cómo estarán viviendo esta situación de pandemia del coronavirus y cuarentena. Hay tantas historias diferentes como techos en los que protegerse, si es que la persona tiene esa posibilidad claro, este es un gran dato en el que  pararnos a reflexionar ya que antes del coronavirus y más extendido aún a lo ancho y largo de este planeta, está la pandemia de la pobreza que no genera un estado de alarma en países ricos que viven por encima de sus posibilidades oprimiendo a los países pobres.

Pero el virus de la codicia y de la explotación es más resistente que nada experimentado hasta la fecha en la historia del ser humano.

Volviendo a él hoy, creo que busco la complejidad de mi vecindario porque a pesar de vivir realidades diferentes, todas las personas estamos ahora en comunión en una “dificultad común” que se enfrenta a lo desconocido e incontrolable y a pesar de que la vida está hecha de incertidumbre, esta vez hay un enemigo invisible que se mueve, del cual poco parece se pueda hacer más que lavarse las manos y quedarse en casa, y esto de no tener el “control” da mucho miedo a la mente humana. 

Tampoco nos está favoreciendo en absoluto la sobrecarga de información que estamos recibiendo por todas las redes sociales y medios de comunicación a veces desinformando o directamente inventado, y es que aunque creamos que un audio es falso, tiene el atractivo de alimentar nuestro nerviosismo, nuestra duda, nuestras ganas de estar en la novedad y en estado de alarma y ante el no saber y no ser personas expertas en la materia cualquier información se nos cuela para dentro. El miedo se alimenta y ahora tiene mucha comida para engordar

Reconociendo y aceptando el miedo al coronavirus

El miedo ante lo desconocido en estos momentos es natural, normal, humano y no hay razón para sentirnos débiles o poco valientes por sentirlo. El miedo es una emoción básica que nos ha ayudado a sobrevivir millones de años, la humanidad ya ha superado pandemias y de igual forma lo hará ahora enfrentándose a la situación de la mejor manera que sabe a pesar de que también se comentan errores por no calcular bien nuestras fuerzas y nuestro conocimiento sobre el virus. 

El miedo es una emoción sana y tiene una función muy importante para nuestras vidas como es prepararnos, guiarnos y buscar los recursos que necesitamos para afrontar las circunstancias. Para ello necesitamos vivir la emoción  con una intensidad adecuada, evitando que nos paralice y bloquee o que nos someta a la acción de violencia contra algo o alguien que no ha hecho nada para que ataquemos. 

Podemos reconocer que nos da miedo salir a la calle, que nos da miedo cómo va a afectar este virus a nuestro organismo en el supuesto de que lo contagie, que nos da miedo que nos pase algo malo y que nos da miedo la repercusión económica que va a tener esta cuarentena, que nos da tanto o más miedo que le pase algo a alguien a quien amamos, que nos da miedo contagiar sin querer, que nos da miedo que nuestras personas mayores puedan morir y que nos da miedo perder los papeles por esta situación de confinamiento sin precedentes en la historia pero lo que siempre nos dio miedo antes y después de la pandemia es saber más de ese yo que se mantiene cubierto de personajes que le dan una identidad y un ego al que responder. Quizá el miedo más silenciado y menos tratado sea el miedo a quienes somos cuando nos quitan toda distracción , destrucción y obligación. 

El primer paso siempre es reconocer la verdad y  es que si no sintiéramos miedo estaríamos siendo irresponsables con la realidad. Hay una primera fase importante y esta es reconocer que tenemos motivos suficientes de sentir que somos frágiles y vulnerables a un virus microscópico e invisible que  está afectando nuestras vidas, que está poniendo en jaque mate, la existencia de las personas que tantas veces se creen tan importantes en este mundo casi casi invencibles.

El primer paso para poder gestionar esta situación de una forma saludable es reconocer que estamos sintiendo una emoción incomoda que solemos negar y evitar, miedo. Es normal, nos está informando de que hay cambios, que hemos de tener precaución y nos requiere desplegar una serie de recursos para adaptarnos a la situación. 

Seguir las directrices de quedarnos en casa, no evita que las personas reaccionen con miedo a perder la vida y que arrasen  supermercados y roben mascarillas como si se fuera a acabar el mundo. Vemos mascarillas por la calle o tenemos incluso que ir a trabajar a pesar de los riesgos, los datos cada día nos dicen que efectivamente hay contagio y que tenemos que tener cautelas y moderaciones. Este comportamiento incívico y poco solidario es fruto de la ignorancia y de la falta de confianza en que la información que se nos está proporcionando sea toda la verdad de la realidad que acontece. 

Las consecuencias del miedo

Cómo decía, pienso en cada vivienda e incluso tengo miedo de que alguien esté en una situación de peligro en su propio “hogar”, bien porque vivía una situación familiar conflictiva antes de todo esto, bien porque tiene que vivir entre cuatro paredes con su maltratador, bien porque una persona tiene que convivir con  un familiar que presenta síntomas o incluso ha dado positivo, o bien porque es una persona con una enfermedad o patología previa que se pueda agravar. Esta cuarentena puede encender una cerilla que estaba apagada o dar más fuego a las personas que tienden a la hipocondría por ejemplo.

Esta situación como todas en la vida, puede sacar lo mejor de cada persona o lo peor, tú eliges que cultivarás en tu ser.

El miedo nos puede encoger y paralizar, nos puede hacer estar con más nervios y estar con más hiperactividad motora, lingüística y emocional, con altos y bajos continuos, puede hacer que nos desahoguemos de maneras racistas, discriminatorias e incluso que nos protejamos y calmemos relativizando el hecho de que las personas que fallezcan sean personas mayores.

Quizás sientas que no puedes dejar de pensar en otra cosa que no sea que algo malo va a pasar o que sientas un atrapamiento, e incluso puede que notes síntomas raros cuando en otro momento hubiesen sido percibidos como normales. Cada vida lo experimentará de forma diferente pero lo importante es reconocer cómo nos está cambiando el miedo y saber que es generado por éste. 

Y ahora, ¿qué hacemos con este miedo? ¿Qué podemos aprender de el?

Al igual que estamos tomando medidas sanitarias preventivas, que estamos tomando vitamina C y comiendo mejor que antes del virus, tomando  probióticos y alimentos para fortalecer el sistema defensivo inmunologico, desinfectando con lejía como si fuéramos personas fanáticas de la limpieza, limpiándonos las manos varias veces al día o tomando una distancia prudente con otras personas, hemos de tomar medidas para gestionar nuestras emociones y aprovechar esta situación en beneficio de nuestro trabajo personal y autoconocimiento de como individualmente nos adaptamos a las amenazas y a la falta de control.

Anatomía del miedo; Un tratado sobre la valentía

José Antonio Marina

 

La persona valiente tiene miedo, pero actúa como debe a pesar del miedo. Entonces dónde está el truco y respuesta de ¿Cómo ser valiente? ¿Cómo no tener miedo? Es una pregunta difícil y es por eso que se admira tanto a las personas valientes. Si las personas no pudieran asustarse, nos sentiríamos más libres. Es por ello que el libro de José Antonio Marina Anatomía del miedo: un tratado sobre valentía es un estudio del miedo pero también sobre la valentía.

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Tensión, miedo y liberación interior.

 

Antonio Blay Fontcuberta

Tensión, miedo y liberación interior. Técnicas y caminos hacia una expansión de la conciencia y hacia una vida plena y creadora de Antonio Blay Fontcuberta es un libro muy útil para a través de la meditación y la autoreflexión conseguir liberarnos de la tensión y el miedo interior.

Más información.

Biología del miedo y los sentimientos

¿Qué es el miedo? ¿Qué lo produce? En el libro Biología del miedo: el estrés y los sentimientos de Gerald Huther explica cómo funciona el miedo, las emociones y su relación. Las personas tememos de gran manera nuestros propios miedos. Pero es justo esos miedos de distintas maneras lo que nos hacen desarrollar el intelecto y las emociones.

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