¿Realmente tienen el café y el té beneficios?

24 May, 2019Artículos

Tanto el café como el té son dos bebidas revitalizantes, cargadas de un fuerte componente cultural, pero también económico. Incluso durante décadas, el debate respecto a sus beneficios, ha enfrentado a las personas que son partidarias de una u otra bebida. Así que queremos dar respuesta a la mítica pregunta ¿Realmente tienen beneficios el café y el té?

Aún hoy en día, persisten las dudas acerca de las bondades o beneficios del té y el café, sobre cuál de las dos bebidas es mejor, o si consumirlas con regularidad tiene efectos nocivos en la salud.

Por ello, aquí abordaremos estas interrogantes sobre el café y el té, sus orígenes, el efecto de sus componentes en nuestro organismo, y sus diferencias, aunque podemos adelantarte que el consumo moderado de cualquiera de las dos bebidas es una opción sin duda, beneficiosa.

Un poco de historia del café y el té

El brebaje que se obtiene de la infusión de los frutos del cafeto es lo que conocemos como café. La versión moderna de café consiste en tostar los granos antes de hacer la infusión para producir una bebida amarga, aunque no siempre ha sido así.

El té por otra parte, procede de la Camellia Sinensis, un arbusto que crece en el Himalaya, en lo que hoy es la frontera entre China y la India. Los monjes budistas reconocieron en esta planta una valiosa aliada para mejorar la concentración y ahuyentar la fatiga, además de identificar sus propiedades antisépticas.

Cuando se popularizó en Occidente, el café adquirió un significado social, pues una taza de aquella bebida era un buen pretexto para reunir personalidades del ámbito científico, artístico y político a debatir sobre temas de actualidad. El té, en cambio, fue utilizado como alimento básico, de fácil acceso para las clases trabajadoras, pues era reconocido por su efecto revitalizante y estimulante.

El café fue introducido en Europa en el siglo XVII, procedente de Yemen donde, dos siglos atrás, ya se consumía para mantenerse alertas durante las ceremonias religiosas de la rama islámica sufí. Desde entonces se conviritió en una bebida que impuso una mayor sobriedad entre las naciones, tras una larga historia de predominio del vino y la cerveza.  

Fue precisamente la relación que se estableció entre el café y la religión musulmana, un motivo por el cual apareció como una bebida controvertida en Europa, hasta que la iglesia católica dio su consentimiento para que fuese consumida por los cristianos. De tal manera, los cafés proliferaron como lugares alternativos a las tabernas, donde se podía consumir una bebida distinta al alcohol.

A diferencia del café, las propiedades curativas de la hoja del té se conocen desde hace al menos 2 000 años A.C. Pero los primeros datos históricos acerca de su consumo como infusión datan del tiempo de la dinastía Han en China (25-221 D.C.).

El té se instaló en Inglaterra durante el siglo XVIII –donde hasta la fecha es un  símbolo nacional– primero como una bebida de lujo, aunque tiempo después, pasaría a considerarse como el combustible de los obreros manteniendolos despiertos y sanos durante la Revolución Industrial.

Teína y cafeína ¿hay diferencias?

Estudios científicos en torno a la composición del té revelaron, en el año 1827, que la teína y la cafeína son químicamente idénticas, lo que significa que son la misma sustancia, aunque su acción es distinta. También se encontró que el contenido de teína varía según las condiciones de cultivo de la planta del té.

Ejemplo de estas variables es que el té verde tiene menos teína que el negro, que está más oxidado. Sin embargo, el té verde japonés, que se cultiva en condiciones muy distintas tiene mucha más teína que el té negro chino.

Por otra parte, en los granos de café, las moléculas de cafeína están libres, sin unirse a otras sustancias. Esta es la causa de que el café llegue tan rápido a la sangre, donde la cafeína actúa para inhibir el efecto de la adenosina, una sustancia que permite a nuestro cerebro reconocer cuando el cuerpo está cansado.

A diferencia del café, en las hojas de té, las moléculas de cafeína están rodeadas de minerales (magnesio, calcio, zinc) y de polifenoles, éstos últimos con propiedades antioxidantes. Por esta razón, la teína o cafeína del té, tarda en ser absorbida por nuestro organismo para pasar del intestino a la sangre. Por lo tanto, cuando llega al cerebro lo hace más lentamente.

Tal vez te sorprenderá saber que el té y el café no son los únicos que contienen cafeína. Esta sustancia amarga que se encuentra naturalmente en más de 60 plantas, entre las más populares se incluyen las vainas de cacao, las bayas de guaraná o la hierba del mate y funciona como insecticida natural para proteger a estas plantas de plagas.

La cafeína es un alcaloide estimulante del sistema nervioso central, lo que produce que nos sintamos con más energía, alivia la fatiga y la somnolencia. Según el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC), la población adulta de Europa, consume un promedio de 200 mg diarios (100-400 mg) de cafeína, dentro de los límites recomendados.

Por sus propiedades estimulantes, la cafeína se considera una droga psicoactiva y como tal, se puede volver adictiva. No aporta valor nutricional, y puede ser utilizada para favorecer ciertos ámbitos, como la actividad física o las tareas cognitivas.

Es vasoconstrictora y estimulante, e incrementa los niveles de dopamina en la sangre, que como ya hemos explicado en este blog de alimentación, es la hormona mediadora del placer, pero también de adrenalina, lo que eleva el estado de alerta e induce a disminuir la percepción de cansancio.

Una vez que ingerimos cualquier fuente de cafeína, ésta es metabolizada por el hígado, obteniendo como resultado teofilina, paraxantina y  teobromina. Entre los efectos beneficiosos de la teobromina están que funciona como antidepresivo suave, estimula los sistemas cardiovascular y muscular, además de mejorar la digestión y, en general, el movimiento intestinal.

Además de estos compuestos bioactivos, tanto el café como el té, contienen flavonoides (antioxidantes), vitamina B3 y minerales como magnesio y potasio.

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Efectos secundarios del exceso de cafeína

Cada organismo es un mundo. Es así, que diversos estudios demuestran cómo algunas personas son más sensibles a los efectos de la cafeína que otras.

De manera general, las cantidades recomendadas al día no deberán rebasar los 400 mg, lo que representa dos tazas de café largo o cuatro de té, aunque esto dependerá también del tipo de café o de la preparación de la infusión del té.

En cualquier caso, el exceso en el consumo de cafeína, puede causar malestares en los cuerpos como: temblores, ansiedad, taquicardias, insomnio, dolor de cabeza, mareos, deshidratación, dependencia y síndrome de abstinencia (que no suele durar más de dos días).

Si acostumbras beber té o café y dejas de ingerirlo por algún tiempo, tal vez hayas experimentado alguno de estos síntomas, al retomar su consumo.

¿Quiénes deben evitar o limitar la cafeína?

Desde la Asociación Española del Corazón, se aprueba el consumo de cafeína presente en el té o el café, con excepción de las personas que padecen alguna enfermedad cardiovascular o hipertensión, pero también si:

  • Estás embarazada o amamantando, más de 200 mg de cafeína afectan al bebé.
  • Padeces trastornos de sueño
  • Sufres migrañas u otros dolores de cabeza crónicos
  • Sufres ansiedad
  • Padeces gastritis
  • Tomas ciertos medicamentos o suplementos, incluyendo estimulantes, ciertos antibióticos, medicamentos para el asma o medicamentos para el corazón.
  • Durante la infancia y la adolescencia. En estos casos las dosis recomendadas serían mucho menores que en personas adultas.

Entonces, cafeína sí o no

Salvo el caso de las personas para las que la cafeína está contraindicada, no existen evidencias científicas de que la ingesta moderada de cafeína contenida en el té o el café, sea un factor de riesgo para enfermedades, ni que perjudique al correcto funcionamiento de nuestro organismo.

Del café se decía en el siglo XVIII que “su peso tenebroso ilumina la realidad de las cosas con el destello de la verdad”, mientras que del té, un proverbio chino afirma “es preferible pasar tres días sin comida, que uno sin té”.

En conclusión, ambas bebidas han estado presentes en la dieta de muchas culturas a lo largo de la historia. Además de su importante efecto antioxidante y estimulante que mejora el rendimiento intelectual y físico, así como el efecto antiséptico en el caso del té, ambas bebidas llegaron acompañadas de un fuerte componente cultural y social que nos invita a beberlas en agradable compañía. Estas son cualidades que nos indican que son más los beneficios que los riesgos posibles para nuestra salud.

Despertar con una taza de café o té, es un pequeño placer que anima el día. Tanto si consumes estas bebidas o no, lo importante es la actitud y la determinación que te mueven a emprender cada mañana con vitalidad. Comiences tu día como comiences, piensa que será único e irrepetible. ¡Aprovéchalo!

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