La ciudad de las Damas

Christine de Pizan

Imaginemos que somos mujeres en la época medieval, en Francia siglo XV. Todo el mundo gira en torno al poder de los hombres, tanto en lo político como en lo religioso. Ellos mandan en lo público y en lo privado. Son los que escriben las historias que tienen siempre a hombres como protagonistas.

Las mujeres estamos relegadas a ser o esposas, o madres, o monjas, o esclavas o prostitutas. No tenemos derecho a nada. Ni propiedades, ni educación, ni voz, ni voto. Sólo sobrevivimos con el conocimiento que nos da nuestra propia existencia, tristemente relegada a servir a los hombres en su sistema patriarcal.

Es paradójico que esta situación que pretende ser imaginaria, cinco siglos después, siga siendo tan real y cercana para muchas mujeres aún sometidas en todos los rincones del mundo.

 

Reberlarse en el medievo

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Fuente: Wikipedia

Christine de Pizan vivió una situación privilegiada al poder acceder al conocimiento a través de su padre, un astrólogo de la corte francesa. Sin embargo, es su dedicación a los estudios, al pensamiento y a la escritura, lo que hace de Christine una pensadora y escritora prolífica sin igual.

Es en ese contexto explícitamente misógino y androcéntrico en el que Christine de Pizan “da a luz” una de las obras referentes para el feminismo. De hecho, se le considera como la primera mujer filósofa, poetisa, escritora profesional y, además, feminista.

 

La feminista medieval

Y es que la obra de Christine de Pizan, La cuidad de las Damas, es la primera vindicación que se conserva escrita en la cual se exigen derechos naturales negados a las mujeres por el hecho de ser mujeres.

Nunca antes, ninguna mujer ni hombre tampoco, habían expresado de la manera en que ella lo hizo en sus obras, la necesidad de reconocer a las mujeres capacidades y derechos tal como se hacía con los hombres.

El más grande es aquel o aquella que tiene mayores méritos. La excelencia o la inferioridad de las gentes no reside en su cuerpo según el sexo, sino en la perfección de sus costumbres y virtudes.

 

Extracto de La ciudad de las damas

 

Su obra es vindicación

Así es La ciudad de las damas. Una fábula alegórica donde las protagonistas son las diosas Razón (Raison), Rectitud (Droiture) y Justicia (Justice), junto a la propia autora, Christine.

Las cuatro damas analizan el mundo en el que viven y deciden construir, a sapiencia y conciencia, una sociedad utópica exclusivamente para las mujeres, con sus propias leyes y costumbres.

Crean un nuevo mundo donde la opresión y la violencia que han venido sufriendo a manos de los hombres queda completamente anulada, por ser pensada, sentida y contra-argumentada desde el conocimiento de la razón y la emoción.

Ellas salen ganado en ese nuevo orden porque son reconocidas y libres. Porque es una concepción filosófica de las mujeres inaudita en su época. Es un grito poético que se rebela contra el mundo establecido.

 

En el nombre de Christine de Pizan

Por todo ello, es necesario reconocer y agradecer el legado de Christine de Pizan, para que todas las personas sigan aprendiendo y disfrutándolo.

Y, ¿por qué no preteder que en un futuro próximo aparezca en los libros de educación? Ya sea en literatura, historia, filosofía… ¿Acaso ella no lo merece?

Si la costumbre fuera mandar a las niñas a la escuela y enseñarles las ciencias con método, como se hace con los niños, aprenderían y entenderían las dificultades y sutilezas de todas las artes y ciencias tan bien como ellos.”

 

Christine de Pizan

Quizá, sin un libro como La ciudad de las damas de Christine de Pizan, el feminismo no habría sido lo que es hoy, por lo que, sin duda, es una obra referente.

Christine de Pizan nos dejó un regalo a modo de obras literarias que aún sigue sirviéndonos para la reflexión sobre nuestra historia como mujeres. Para entender que el feminismo siempre estuvo dentro de nosotras. Y para sentir que debemos seguir luchando porque el camino ha sido largo y todavía queda mucho por conquistar, para nosotras mismas y para nuestras hermanas en la Tierra.

Muchas gracias Christine de Pizan.

“La ciudad de las Damas”, Christine de Pizan

(La Cité des Dames) 1405 d.c.

La ciudad de las Damas se compone de tres partes donde tres diosas, Razón (Raison), Rectitud (Droiture) y Justicia (Justice), encomiendan a Christine de Pizan la misión de crear una ciudad exclusivamente para las damas, para las mujeres.

En el Libro I se construyen los cimientos y las paredes, simbolizando el conocimiento. Razón conversa con Christine acerca del desprecio constante, histórico, de los hombres hacia las mujeres, y el análisis de su fundamento y origen. También cuestionan porqué las mujeres no pueden participar del sistema judicial, entre otros muchos asuntos de desigualdad entre sexos como el derecho a la educación.

Las viturdes se ven simbolizadas en el Libro II donde se construyen los edificios. Se definen reglas sobre el bien y el mal, sobre lo que es justo e injusto. Rectitud se ve en la vergonzosa e inconcebible, aunque realista situación de tener que refutar a los hombres que afirman que a las mujeres les gusta ser violentadas, cualquiera sea la manera. O refutar a los que apelan a la inconstancia emocional para indicar una supuesta debilidad femenina.

Por fin, en el Libro III se definen los acabados y la población de la ciudad. Justicia aclama a todas las mujeres a poblar una ciudad que está expresamente creada, por bien pensada, para ellas. Para que vivan como ellas quieran sin la visión y la presencia de los hombres que siempre tanto las han sometido, violentado y condenado a ser algo que ellas no son.

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Christine de Pizan (1364-1431)

Primera mujer en la historia considerada como escritora profesional, además, bien prolífica por la extensión y variedad artística y temática de su obra. Pero Christine de Pizan también es considerada la primera feminista constatada de occidente.

Christine de Pizan tuvo una buena educación autodidacta y pudo satisfacer sus inquietudes intelectuales al poder moverse en los ambientes cortesanos, gracias a que su padre fue un astrólogo de la corte francesa. Pero sobre todo, gracias a poder acceder a todo aquel conocimiento relegado exclusivamente a los varones y saber aprovecharlo para su desarrollo personal.

Ella fue la primera mujer en defender a su sexo por escrito, en defender a las mujeres reivindicando para ellas educación y espacio íntimo, es decir, poder de decisión y de actuación.