El mito de la belleza
Naomi Wolf
El culto a la feminidad, la belleza como trampa seductora, la opresión de los patrones estéticos, son un tema fundamental del feminismo que ya abordaron las pioneras como Mary Wollstonecraft. Otras autoras como Betty Friedan, en los 50 con la La mística de la feminidad, Germaine Greer en los 70 con La mujer eunuco, hasta Naomi Wolf, ya en los 90, diseccionaron brillantemente cómo se construye lo que esta última denominó “el mito de la belleza“, nombre del ensayo que le ha hecho famosa.
Naomi Wolf planteaba que hay algo oculto, extraño, en que asuntos tan triviales como todo lo relacionado con el aspecto físico de las mujeres, el cuerpo, la cara, el pelo y la ropa, tengan tanta importancia como para que lleguen hasta a definirlas como personas.
“Al liberarse las mujeres de la mística femenina de la domesticidad, el mito de la belleza vino a ocupar su lugar y se expandió para llevar a cabo su labor de control social”
Naomi Wolf mantiene en su obra El mito de la belleza que los parámetros de belleza son históricamente cambiantes y generalmente expresión de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, así que la ideología de la belleza femenina puede interpretarse como un último esfuerzo por parte de los hombres para conservar la dominación masculina.
Así, nuestro cuerpo sexuado nos remite a un rol y categoría, donde la estética como objeto de culto y fiebre nos impone un ritmo y prioridad y a la vez, nos vuelve común e invisibles.
“Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres, está obsesionada con la obediencia de éstas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres: una población tranquilamente loca es una población dócil”.
Se trata de una tendencia impulsada por los medios masivos de comunicación, la sociología y psicología populares, la industria de la moda y cosmética y una amplia gama de industrias culturales, que producen imágenes para una economía de consumo, en la que las propias mujeres son consumidoras y bienes de consumo que se juzgan a sí mismas según parámetros inalcanzables, que merman sus vidas porque sienten “una obsesión con el físico, un terror de envejecer y un horror a la pérdida de control” sobre sí mismas.
“El sexo es rehén de la belleza y sus términos de rescate están grabados en las mentes de las niñas muy pronto y profundamente, con los más bellos instrumentos que los anunciantes o pornógrafos saben utilizar: la literatura, la poesía, la pintura y el cine”.
La reacción contra la libertad sexual y la reapropiación del cuerpo por parte de las mujeres. El cuerpo femenino ha sido territorio conquistado y arrebatado durante siglos, así lo es aún hoy lo es en muchas partes del planeta. El cuerpo femenino en toda su extensión: sexualidad, salud, belleza y capacidad reproductora, ha estado secuestrado durante siglos.
El patriarcado se ha empeñado en negar la sexualidad de las mujeres, su placer y su deseo, y al mismo tiempo, se ha encargado de imponer cánones estéticos al margen del riesgo que éstos tienen para la salud. También se ha encargado de decidir, sin tener en cuenta a las mujeres, sobre la maternidad. Según las necesidades, las autoridades religiosas y políticas han impuesto leyes de control de natalidad, han prohibido los métodos anticonceptivos, regulado el derecho al aborto y se han apropiado de los hijos y de las hijas de las mujeres al negar la autoridad a las madres.
Buena parte de esta rígida estructura patriarcal saltó por los aires, en occidente, con las feministas radicales en los años setenta y la contraofensiva no se hizo esperar. El mito de la belleza, tal y como dice Naomi Wolf, prescribe una conducta y no una apariencia.
“Lo más importante es que la identidad de las mujeres debe apoyarse en la premisa de la belleza, de modo que las mujeres se mantendrán siempre vulnerables a la aprobación ajena, dejando expuesto a la intemperie ese órgano vital tan sensible que es el amor propio”.
“Una consecuencia del amor propio femenino es que la mujer crece convencida de su valor social. Su amor por su cuerpo es incondicional, como base de la identificación femenina. Si le gusta su feminidad, luchará por sus derechos”.
Consecuencias de la violencia simbólica en nuestros cuerpos
La violencia simbólica se traduce en mensajes que nos dictan cómo han de ser nuestros cuerpos con gran precisión desde los pies a la cabeza. Siempre cuerpos 10. Y esta presión nos anula hasta tal punto que hace que seamos nosotras mismas las que nos autolesionemos con malos hábitos, llegando incluso hasta ocasionarnos la muerte. Todo ello por perseguir el canon de belleza consensuado por la sociedad y en contra de nuestra salud física y emocional.
Wolf postula la idea de una “dama de hierro” (iron-maiden), un estándar intrínsecamente inalcanzable que se utiliza para castigar a las mujeres física y psicológicamente por su fracaso a la hora de alcanzarlo y adaptarse a él. Wolf crítica la moda y las industrias de belleza como instrumentos de explotación de las mujeres, pero afirma que el mito de la belleza se extiende a otras áreas de la sociedad. Wolf defiende que las mujeres son atacadas por el “mito de la belleza” en cinco áreas: trabajo, religión, sexo, violencia y hambre.
“Las mujeres deberían tener la posibilidad de hacer lo que deseen con sus caras y cuerpos sin ser castigadas por una ideología que usa actitudes, presión económica e, incluso, sentencias judiciales sobre la apariencia de las mujeres para minarlas psicológica y políticamente“.
Naomi Wolf
Naomi Wolf (nacida el 12 de noviembre de 1962) es una escritora estadounidense y consultora política. Con la publicación de su obra El mito de la belleza (The Beauty Myth) se convirtió en una de las principales representantes de la que sería conocida como la tercera ola del feminismo.