Glosario feminista

- Letra A -

Aborto legal, seguro y gratuito:

El aborto legal, seguro y gratuito es una vindicación de las mujeres por tener derecho a decidir libremente sobre sus cuerpos y sobre el derecho o no a gestar, sin los riesgos que conlleva realizar esta práctica de forma ilegal e insegura, y en oposición a toda ideología, religión o gobierno que trate de imponer sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos sus normas morales, vulnerando nuestros derechos y la capacidad de ejercerlos con autonomía y libertad.

Desde los movimientos feministas se lucha por:

  • Que el aborto esté fuera del código penal. Que ninguna mujer sea forzada a una maternidad no deseada, ni se cuestione o entorpezca su decisión de abortar.
  • Que se respete la autonomía de las mujeres de 16 y 17 años, sin la obligación de tener el permiso materno o paterno y mucho menos de jueces para ejercer su derecho al aborto.
  • Una educación afectivo-sexual integral libre de estereotipos sexistas y de cualquier discriminación hacia otras sexualidades e identidades.
  • Que el aborto se garantice como prestación en la red sanitaria pública, de forma accesible, gratuita, con todas las garantías de seguridad y calidad, independientemente de la situación administrativa. Para ello se tiene que regular la objeción de conciencia de forma que no sea un obstáculo para garantizar la prestación sanitaria de la Interrupción voluntaria de embarazo dentro de la sanidad pública.
  • Que se reconozca el derecho de las mujeres sin pareja masculina y de las mujeres lesbianas y bisexuales a acceder a los sistemas de reproducción asistida de la sanidad pública, con carácter gratuito.

 

Aborto selectivo:

El aborto selectivo es una práctica común en países como India o China, entre muchos otros, especialmente de Asia, en los cuales se realiza una interrupción del embarazo o aborto en caso de que el sexo sea identificado como hembra. El hecho de abortar selectivamente en función del sexo se debe al deseo de tener descendencia de varones ya que los sistemas políticos y sociales otorgan una carga de coste económico al hecho de ser mujer, y sin embargo, los varones son tradicionalmente los herederos y beneficiarios de todo.

Por ejemplo, en India para casar a una hija se debe pagar un alto precio en forma de dote a la familia del hombre que con quien le casas, en la casi todos los casos a través de acuerdos matrimoniales por conveniencia, por eso mismo, las familias no desean tener hijas si no hijos, ya que ellos reportan beneficios y ellas pérdidas. En China también es habitual esta práctica de aborto selectivo hasta el punto de que, si la escala mundial entre niños y niñas es de 105:100, en China los datos se desestabilizan con 120 niños por 100 niñas. Existen estructuras sociales que dicen que no quieren mujeres por suponer un problema y por eso no nos dejan ni nacer.

Esta práctica de aborto selectivo en base al sexo ha sido también denominada como “generocidio”. Las nuevas tecnologías dan la posibilidad a los progenitores de determinar el sexo de sus descendientes en una etapa temprana del embarazo, dándoles la posibilidad de que aborten a las hijas. Lamentablemente, cada vez se da en más países en todo el mundo, tal y como refiere la experta Anna Higgins, “hay 160 millones de niñas menos a causa del aborto selectivo por sexo. Eso es algo que está afectando la sociedad humana en general”.

 

Abuso sexual:

Es definido como cualquier actividad sexual entre dos o más personas sin consentimiento. El abuso sexual puede producirse entre adultos, de un adulto a un menor —abuso sexual infantil— o incluso entre menores. Como actividad sexual se incluye: cualquier tipo de penetración de órganos genitales en contra de la voluntad, o aprovechando la incapacidad de un menor para comprender ciertos actos. También se incluye el inducir u obligar a tocar los órganos genitales del abusador; cualquier acción que incite al menor a escuchar o presenciar contenido sexual impropio (observar al adulto desnudo o mientras mantiene relaciones sexuales con otras personas, ver material pornográfico o asistir a conversaciones de contenido sexual, por ejemplo).

 

Acción positiva:

Suponen acción positiva todas aquellas medidas especiales y específicas de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Las acciones positivas, también conocidas como discriminación positiva, son medidas dirigidas a un grupo o colectivo determinado con las que se pretende suprimir y prevenir una discriminación históricamente sufrida y compensar las desventajas resultantes de actitudes, comportamientos y estructuras existentes.

 

Acoso homofóbico o transfóbico:

También conocidos como bullying homofóbico o transfóbico, se refiere a cualquier clase de violencia intencionada y continuada hacia ciertas personas, tanto a nivel psicológico como físico y moral, por el hecho de tener o aparentar una orientación sexual diferente a lo que supuestamente nos corresponde a todas las personas según los patrones sexuales estereotipados desde la heteronormatividad. Comprende aquellos comportamientos violentos por los que se expone repetidamente a una persona a la exclusión, al aislamiento, a la amenaza, a los insultos y a las agresiones. Esta violencia proviene tanto de sus iguales (una o varias personas que están en su entorno más próximo de una edad similar), como de personas adultas, en una relación de poder desigual y que se sirve de múltiples formas de violencia. Otra de las características específicas del acoso o bullying homo o transfóbico es que la persona no cuenta con un grupo de referencia en el que apoyarse y hacerse fuerte cuando está siendo maltratada por no tener una sexualidad considerada como “la normal”. El acoso o bullying homo o transfóbico actúa como una serie de sanciones y acciones correctivas dirigidas a forjar y a reforzar los modelos sobre el género, la sexualidad y la identidad.

 

Acoso por razón de sexo:

Cualquier comportamiento o actitud realizada en función del sexo de una persona, con el propósito o el efecto de atentar contra su dignidad y crear un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo.

 

Acoso sexual:

El acoso sexual es la intimidación o coerción de naturaleza sexual, o de connotaciones sexistas, no deseado por la víctima, el cual afecta a la dignidad de la misma. Es considerado acoso sexual cualquier comportamiento, verbal o físico, de naturaleza sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo. El acoso sexual puede perjudicar a personas de ambos sexos pero estadísticamente la mayoría de personas que la sufren son de mujeres. Los principales acosadores son hombres que ejercen este tipo de comportamiento en ambientes laborales, académicos, estudiantiles e incluso familiares. En la mayoría de contextos jurídicos modernos el acoso sexual es ilegal.

El acoso sexual es considerado como una violación de los derechos humanos, una forma de discriminación y una cuestión de seguridad y salud. Es ofensivo para la dignidad y la integridad personal de los trabajadores de uno y otro sexo, y pone en entredicho su integridad personal y su bienestar. Socava también su derecho a la igualdad de oportunidades y de trato. Ha de prevenirse en el lugar de trabajo, y, cuando ocurra pese a todos los esfuerzos, debe ser castigado y sus víctimas protegidas. Con frecuencia, las víctimas desconocen sus derechos y temen a las represalias o la pérdida del puesto de trabajo, es por ello que la concienciación es un elemento importante de la lucha contra esta lacra.

 

Affidamento:

Es un término italiano que significa confianza, acogimiento, consignación, y tiene relación directa con el término sororidad que es la hermandad entre mujeres.

Affidamento, llamaban las feministas de la diferencia en Italia, a una práctica de confianza y cuidado mutuo entre mujeres. Sostenían que en el patriarcado, a las mujeres, como mandato primario de obediencia al padre, se nos enseña a desconfiar de las otras, a pensar que nuestra otra igual era nuestra peor enemiga, empezando por la propia madre, terminando por la propia hija. Las mujeres, decían, no tenemos historia como grupo, nuestra adscripción primara ha sido con el padre y su ley. Denunciaban cómo los sistemas de pensamiento modernos, como el psicoanálisis, la antropología estructuralista, la semiótica, etc., han justificado una y otra vez esta práctica, argumentando que la entrada a la cultura, entendida como la ley paterna, solo se hace a través de una separación inicial y necesaria con la madre, considerada naturaleza. Las feministas de la diferencia han criticado estas posturas, desvelándolas en todo su contenido androcéntrico y misógino. Mostrando de qué forma esta ruptura entre la niña y la madre, propiciada por la cultura, es parte de la operación por la que las mujeres, separadas entre sí, sin poder construir una idea de comunidad entre ellas, se mantienen fieles al padre y a su cultura de dominio.

Por eso hablan de la necesidad de construir affidamento. Una práctica de lealtad, compromiso, confianza y cuidado primario entre mujeres. Una práctica que consideran de inaudita libertad “femenina”, en la medida en que se construye en oposición a la ley paterna que exige, a cambio de cuidado y protección, la desvinculación, la sospecha y la desidentificación entre las mujeres. El affidamento sería el acto por medio del cual las mujeres podrían encontrarse con la otra igual en la opresión, y construir con ella lazos de solidaridad, amor y respeto, acto que ya en sí mismo, desestabilizaría el orden del padre.

 

Aliado feminista:

Persona que quiere terminar activamente con algún tipo de opresión y discriminación pero que pertenece, generalmente por nacimiento, al grupo opresor. Conlleva el ejercicio de renuncia de los privilegios que le son adjudicados social y políticamente por pertenecer al grupo que ejerce el poder dominante, además de entrar en un proceso para deconstruir y redefinir su identidad y roles de género dentro del sistema. También implica que no trate de liderar una lucha que no le pertenece, como es la lucha del movimiento feminista, la cual debe ser liderada por mujeres al ser nosotras las que pertenecemos al colectivo oprimido, invisibilizado y violentado, y quienes nos tenemos que empoderar haciendo también nuestros todos los espacios. Los hombres, por mucho que quieran, difícilmente pueden saber lo que es vivir en la piel de una mujer y, por lo tanto, desconocen nuestras vivencias y subjetividad.

Los hombres que quieren ser feministas no necesitan que se les dé un espacio en el feminismo. Necesitan coger el espacio que tienen en la sociedad y hacerlo feminista”, Kelley Temple, activista feminista de Reino Unido.

 

Alienada:

Persona oprimida que ha interiorizado y comparte el sistema de creencias de su opresor. Por ejemplo, una mujer machista diciendo “a mí lo que más me molesta de todo el machismo son las mujeres machistas“.

 

Amor romántico:

El término amor romántico tiene, al menos, dos acepciones. En una primera acepción nos estaríamos refiriendo a una atracción intensa entre dos (o más) personas; una atracción que suele implicar idealización y erotización de la otra persona y deseo de intimidad y durabilidad de la relación. No existe acuerdo sobre cómo nombrarlo (amor romántico, amor pasional, pasión amorosa, infatuación…) y es una experiencia universal. En una segunda acepción, el amor romántico sería un modelo cultural de amor que surge en los últimos siglos en las llamadas sociedades occidentales, aunque hoy día se ha ido extendiendo por todo el planeta, a través sobre todo de la difusión de la ficción romántica.

El amor romántico constituye la heteronormatividad, vinculando directamente amor y matrimonio y fundamentando el matrimonio monógamo y las relaciones de pareja estables. Todo ello a la vez que sostiene un orden desigual de género, clase y etnia, desde el momento en que sirve para “unir” a personas que al mismo tiempo son construidas como desiguales. En este régimen emocional hegemónico y concreto, se produce una construcción y una expresión cultural de las emociones que tiende a enfatizar el amor por delante, no solo de otras emociones, sino también de otras facetas humanas (solidaridad, justicia, libertad…), y que se convierte en una forma dominante de representar lo humano, aplicada de distintas maneras a mujeres y hombres.

 

Análisis de género:

Estudio de las diferencias de condiciones, necesidades, índices de participación, acceso a los recursos y desarrollo, control de activos, poder de toma de decisiones, etc., entre hombres y mujeres, debidas a los roles de género que tradicionalmente se les ha asignado. Análisis y evaluación de políticas, programas e instituciones en cuanto a cómo aplican criterios relacionados con el “género”.

 

Androcentrismo:

Perspectiva parcial que hace del varón y su experiencia la medida de todas las cosas. En realidad es un producto del sistema de género que establece la primacía de lo masculino, que es considerado lo completo, lo general, el modelo representativo de lo humano y de su condición humana, sobre lo femenino, que es considerado como lo particular, lo incompleto, lo cual conlleva el silencio, la omisión o la invisibilización de las mujeres.

La definición que hace el Diccionario de la Real Academia de Lengua de androcentrismo es “visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino”. Sin embargo, esta definición no describe bien el alcance del término. El androcentrismo no solo es una visión del mundo centrada en el punto de vista masculino; es una visión que sitúa al hombre en el centro de todas las cosas y que viene considerada como la mejor, la única posible y la universal. El androcentrismo implica que, dado que la mirada masculina da valor y reconocimiento, lo que es bueno para los hombres es bueno para la humanidad. Las cosas serán importantes, buenas o malas, en relación a la mirada parcial de los hombres.

Es una forma de discriminación sexista hacia las mujeres. Esta visión del mundo desde la perspectiva masculina invisibliliza a las mujeres y sus logros, porque valora más los campos de los que previamente se las ha excluido y porque relega su protagonismo al ámbito privado, que es donde se ha otorgado valor social a las actuaciones y prácticas realizadas por las mujeres. El androcentrismo es a la vez condición para construir el poder de los hombres sobre las mujeres y, en la medida que se alimenta de esa desigualdad, también es su consecuencia. La visión androcentrista del mundo justifica que los hombres ocupen un espacio público y económico al que se otorga poder y prestigio, mientras que el espacio privado tradicionalmente ocupado por las mujeres no ha contado con ese reconocimiento. Desde esta posición de poder se reproducen y alimentan los mecanismos que hacen posible que la desigualdad se mantenga, se infravaloran los trabajos realizados por las mujeres y su influencia en la vida social y se generan fuertes resistencias al cambio hacia la igualdad. Así, la visión androcentrista ha condicionado la educación, la ciencia, la economía, la sanidad, la política…, situando el protagonismo de mujeres y hombres a niveles diferentes y construyendo referentes simbólicos, identidades y subjetividades distintas en hombres y mujeres basadas en su sexo biológico.

 

Ansiedad:

La ansiedad es una respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a estímulos que pueden ser externos o internos, tales como pensamientos, ideas, imágenes, etc., que son percibidos por la persona como amenazantes y/o peligrosos, y se acompaña de sensaciones desagradables y de síntomas somáticos de tensión. Se trata de una señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y permite a la persona que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a una amenaza.

La ansiedad adaptativa o no patológica es una sensación o un estado emocional normal ante determinadas situaciones y constituye una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas estresantes. Por lo tanto, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para el manejo normal de las exigencias o demandas del medio ambiente. Únicamente cuando sobrepasa cierta intensidad, en los que se desequilibra los sistemas que ponen en marcha la respuesta normal de ansiedad, o se supera la capacidad adaptativa entre el individuo y el medio ambiente, es cuando la ansiedad se convierte en patológica, provocando un malestar significativo, con síntomas físicos, psicológicos y conductuales, la mayoría de las veces muy inespecíficos.

La ansiedad es una enfermedad de las nuevas sociedades modernas en las cuales los factores estresores físicos, mentales y sociales son mayores que en otros contextos sociales donde la vida transcurre a otro ritmo. Son precisamente esos factores del contexto social particular los que condicionan la vida y la salud de las personas, pero especialmente, somos las mujeres las que padecemos en mayor medida este tipo de trastornos, ya que sufrimos una violencia y discriminación de tipo estructural. Todo el aprendizaje cognitivo, afectivo y social que realizamos desde la infancia, nos predispone a responder de una u otra manera frente a las vicisitudes de la vida, de la forma que consideramos emocionalmente satisfactoria. Pero, en el caso de las mujeres, no tenemos adecuadamente desarrolladas herramientas vitales que nos previenen de una ansiedad desproporcionada, como la asertividad, factor protector esencial contra el estrés y la ansiedad.

 

Asertividad:

La asertividad es un modelo de relación interpersonal que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás; tiene como premisa fundamental que toda persona posee derechos básicos o derechos asertivos. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la pasividad, que consiste en permitir que terceros decidan por nosotros, o pasen por alto nuestras ideas; y por otro lado tenemos la agresividad, que se presenta cuando no somos capaces de ser objetivos y respetar las ideas de los demás.

El concepto de asertividad suele definirse como un comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Es también una forma de expresión consciente, congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Contar con un criterio propio dentro de la sociedad es indispensable para comunicarnos de una mejor manera.

 

Atracción sexual:

La atracción física-sexual se refiere al proceso de generación de actitudes positivas hacia una persona, favorecida porque tal persona posee o muestra determinadas características físicas y sexuales deseables. Es una atracción basada fundamentalmente en el interés que su aspecto físico genera en la otra persona y en el deseo sexual que suele ser natural durante el enamoramiento y las primeras fases del proceso amoroso (salvo personas arománticas y/o asexuales). Si bien la necesidad de afiliación es la que nos lleva a establecer relaciones interpersonales, el deseo sexual (originado de la necesidad de tener relaciones sexuales) es la que permite la aparición de la atracción sexual. En un primer lugar, se trata de impulsos sexuales indiscriminados que nos empujan a buscar pareja sexual, que se transforman, posteriormente, en atracción sexual selectiva por individuos concretos.

 

Autocuidado:

Es una actividad que realiza o debería realizar cada persona para sí misma y que, por lo tanto, nos cuesta mucho a las mujeres debido a que hemos sido socializadas para cuidar a otras y otros pero no a nosotras mismas. El autocuidado es más o menos necesario en distintas situaciones concretas de la vida, y consiste en aquellas acciones intencionadas que dirige la mujer hacia sí misma o hacia su entorno para regular los factores internos o externos que pueden comprometer su vida, seguridad, felicidad, salud, su propio desarrollo o su bienestar y buen vivir.

 

Autodefensa feminista:

La autodefensa feminista es una estrategia feminista de empoderamiento personal y colectivo, no solo para cuestionar y enfrentar la violencia sexista sino también para redefinirla desde el punto de vista de las mujeres. Es una actitud vital que dice “aquí estoy yo y tengo derecho a estar”, una reacción frente a un ataque físico (lo más fácil de resolver) y, sobre todo, una reacción de apropiación del territorio más propio de la vida de cada mujer: el cuerpo y los derechos. La Autodefensa busca estrategias y recursos que rompen con los estereotipos de género de vulnerabilidad y centra la defensa en el derecho a la autonomía y al ejercicio del deseo propio. A través de ella reconocemos los efectos nocivos del sistema en cada una de nosotras, en primera persona, para poder obtener y planificar estrategias eficaces que combatan la discriminación, convertimos esas estrategias en colectivas y enfrentamos la desigualdad desde todos los órdenes sociales. La Autodefensa supone ser agente y situarse en una posición de actuación que es sinónima de poder.

 

Autoestima:

Manera en que apreciamos y valoramos nuestras características personales. Una persona con buena autoestima se siente a gusto consigo misma porque se quiere. La autoestima se construye a través de los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que tenemos a lo largo de nuestra vida. Según Carmen Fernández, autora de “99 Maneras de fortalecer tu autoestima”: “La autoestima es el amor por sí misma/o. Si el amor es la energía de la vida, amarse a una/o misma/o significa, ni más ni menos, vivirse, estar presente en una/o misma/o con consciencia, con dignidad, con amor. No hay opción alguna a la felicidad si no te amas, si no te respetas, si habitas en ti dividida/o, alienada/o, ninguneada/o por ti misma/o. El concepto que tenemos de nosotras/os mismas/os, de nuestro valor como persona única que somos, de nuestras capacidades y riquezas, es vital para nuestra propia salud y prosperidad, pero también para poder establecer vínculos afectivos sanos y felices con las demás personas.”

 

Autoridad femenina:

Concepto elaborado desde el feminismo de la diferencia que apuesta por la constitución de una autoridad femenina construida de forma diferente (de otro modo) a la masculina (a la autoridad tradicional), que se opone y cuestiona las jerarquías y el poder. La palabra es el instrumento básico a partir del cual se articula y vertebra esa “otra autoridad’’ que a su vez es una figura de intercambio (nadie es en si la autoridad): la autoridad fluye mediante la palabra. Lia Cigarini señala que: “(…) la autoridad femenina no replica a la autoridad tradicional (…), porque la diferencia femenina no se mide con la masculina (…) Nuestra búsqueda de autoridad es un ataque directo al sistema de poder masculino (…) La práctica que crea autoridad simbólica de mujeres debe crear también una realidad social o no existe. (…) Y dar los instrumentos para la crítica del sistema de poder. O no existe“.