No toda hembra es mujer

9 Mar, 2016Artículos, Feminismos

No toda hembra es mujer es un artículo de María Jesús Izquierdo donde la autora habla sobre lo que es ser mujer, hembra o/y persona femenina.

En innumerables ocasiones se suele confundir el sexo y el género pensando que la desigualdad, la discriminación, subordinación y opresión que sufrimos las mujeres tuviera algo que ver con el hecho de haber nacido con un sexo denominado hembra, en vez de reconocer que sufrimos la opresión por la construcción social del género femenino.

En este brillante artículo, María Jesús Izquierdo, nos ayuda a no confundir los términos y pone luz explicando que mujeres y hombres deberíamos poder llegar hasta donde nuestras capacidades y aptitudes nos quieran llevar, sin ponerle limitaciones por el hecho de haber nacido en un cuerpo de hembra o de macho, sin caer en el binarismo.

Lo que determina nuestra subordinación son los estereotipos y roles asignados en base a un sistema de denominación machista y patriarcal.

 

“No toda hembra es mujer”

María Jesús Izquierdo

Profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona

Todas las personas tenemos claro que en el mundo hay varones y mujeres, y aplicamos estos términos del mismo modo. En consecuencia, no debería plantearse el menor problema al definir a la mujer. Lo curioso es que precisamente aquellas cosas más evidentes son las que se prestan a mayor confusión.

Cuando de cierta persona decimos que es una mujer, el acuerdo generalizado al aplicar este término se debe a que automáticamente realizamos una sustitución, llamando mujer a la hembra. Lo mismo ocurre cuando a los machos les denominamos varones. Por eso no nos equivocamos nunca o casi nunca. Nuestra especie es sexuada y pocos individuos tienen unos caracteres sexuales indiferenciados.

Si sólo fuéramos biología o si la biología actuara de forma determinista sobre nosotros, prefigurando nuestro comportamiento, el espacio social que ocupamos, la forma en que nos relacionamos con los demás, nuestras expectativas y deseos, podríamos afirmar que la definición de la mujer se agota en la biología, respondiendo que es la hembra de la especie humana.

La cuestión es que, paradójicamente, la biología actúa en el sentido contrario al que es dado afirmar. Por un determinismo biológico que nos hace fundamentalmente plásticos, el resultado final del proceso de modelación del individuo – que se realiza en sociedad – puede ser cualquiera. La hembra de la especie humana, debido a su tremenda plasticidad, puede acabar convirtiéndose incluso en ama de casa. No es la rigidez biológica la que determina que lo sea. Por el contrario, es la plasticidad la que permite, mediante la socialización y el control social, que acabe por adquirir los comportamientos, aspiraciones y actitudes propias del ama de casa.

Del mismo modo, un macho hiper desarrollará ciertas potencialidades y atrofiará otras debido a su plasticidad. El resultado es que, a pesar de estar dotado con las capacidades necesarias para actuar como una madre amantísima, no llegará a serlo. Por el contrario, se convertirá en un ejecutivo agresivo o en un obrero siderúrgico en paro.

La plasticidad de los humanos hace posible que el dimorfismo sexual sirva de base para construir sobre el mismo un dimorfismo cultural; sirva en definitiva para construir una identidad y un espacio social de género: masculino o femenino.

Para garantizar nuestra supervivencia como especie, hembras y machos hemos de reproducirnos biológicamente. Para garantizar nuestra supervivencia como cultura – por lo que se refiere al tema que nos ocupa – las hembras han de ser femeninas y los machos masculinos.

El papel de nuestro sexo se agota en la reproducción, el de nuestro género se extiende a lo largo de nuestras vidas, al ajustarnos voluntaria o coactivamente a los modelos sociales vigentes de la masculinidad y femineidad. Nuestro tributo a la cultura lo rendimos sometiéndonos a la dictadura del género.

Photo by Anita Peeples

Por dictadura de género entiendo la imposición de la atrofia o la hipertrofia a nuestras potencialidades humanas, de acuerdo con unos patrones sociales de lo masculino y lo femenino. Hay dos modos de vivir, uno para cada género, y cada uno de ellos está asociado a un sexo. Una mujer es un ser humano cuyo sexo es hembra y cuyo género es femenino. Un varón es un macho masculino. Pero careciendo de un vínculo determinista entre lo biológico y lo cultural, una hembra puede ser total o parcialmente masculina y un macho femenino, de donde no toda hembra es mujer ni todo macho varón.
No obstante, por las mismas razones que la biología no nos determina, tampoco nos determina la cultura. A fin de cuentas los humanos somos sujetos y objeto cultural a la vez. Somos objeto cuando nos amoldamos a las formas de vida y relación como lo hace el pie a un zapato. En cambio somos sujeto cuando construimos nuevas formas de vida y relajación, del mismo modo en que podemos hacer un zapato a nuestra medida. En el primer caso nuestro comportamiento es de sumisión a la dictadura del género, en el segundo adoptamos un comportamiento democrático.

En lo que se refiere al género, la actuación democrática consiste en desarrollar las propias potencialidades prescindiendo de que las mismas sean consideradas femeninas o masculinas. Sin embargo, no es ésta la tendencia que venimos observando en los países occidentales. Lo que se está produciendo es una progresiva masculinización de las hembras al incorporarse al mundo público – espacio masculino – sin transformarlo, adoptando los modelos de comportamiento y relación masculinos. Por el contrario, apenas se detecta un movimiento en sentido inverso por parte de los machos. Resulta de ello una progresiva desaparición de lo femenino y de los espacios sociales femeninos.

El mero cruce de un sexo con el género que socialmente no le corresponde no siempre constituye una amenaza contra la dictadura del género. Pues los géneros, además de imponerse sobre los individuos al dictado, dan lugar a una jerarquía, siendo lo masculino superior a lo femenino. Cuando una hembra hace suyos los modos de comportamiento masculinos, en lugar de cuestionar la dictadura de los géneros, los que realmente está haciendo es reforzar su jerarquía.

 

Conferencia:

Este vídeo muestra la Conferencia Magistral de la Dra. María Jesús Izquierdo “Meta análisis de la investigación de género. La necesidad de una crítica de segundo orden”, con su ponencia la Dra. Izquierdo nos invita a reflexionar sobre algunos conceptos que utilizamos de manera poco crítica, por ejemplo; doble jornada, doble presencia, violación, entre otros. Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM realizó su XXI Coloquio Anual de Estudios de Género (miércoles 5 de noviembre del 2014).